Madrid, 1922 - 2016.
Su infancia y madurez transcurren en pleno centro de Madrid, aunque Castilla y Asturias juegan un papel fundamental como telón de fondo tanto en sus creaciones como en su vida personal.
Fue testigo directo de la Guerra Civil española, el conflicto pasó por delante de su mirada de adolescente y será algo que perdure en su memoria. En este momento inicia sus estudios de Comercio, por deseo expreso de su madre, los cuales abandona en plena contienda para ponerse a trabajar como dependiente. Estos inicios laborales los combina con las clases de pintura que impartía Daniel Váquez Díaz en la Escuela de Artes y Oficios, donde conoce la obra de El Greco, Cézanne, Picasso, Modigliani, referencias fundamentales para entender su producción artística.
Finalizada la Guerra, los estudios artísticos se regulan y Álvaro Delgado no consigue el reconocimiento de su formación anterior ni logra superar el examen de acceso para la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. En esta etapa de incertidumbre y desilusión conoce a Benjamín Palencia, quien a su vez le presenta al escultor Alberto Sánchez y al pintor Pancho Cossío. Sumergido en este ambiente artístico e intelectual, en el que coincide con otros compañeros de formación como Francisco San José, Gregorio del Olmo, Luis García Ochoa y Cirilo Martínez Novillo, entre otros, comienza a fraguarse la Escuela de Vallecas.
Este joven movimiento nace como un rayo de luz en un panorama de desolación, en plena posguerra, promovido por el ánimo de seguir hacia delante y abrirse a Europa. En la obra de Delgado vemos que el color y los trazos expersionistas son las claves de su lenguaje pictórico, claramente antiacademicista, en el que conviven los valores tradicionales con la modernidad. El paisaje castellano, el retrato y la tauromaquia serán los géneros que le encumbren como uno de los pintores contemporáneos más notables de la segunda mitad del siglo XX español.
Su trayectoria artística le hizo merecedor de numerosos reconocimientos entre los que destacamos su nombramiento como Académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y Académico Correspondiente en la Real Academia de Bellas Artes de Granada. En 1996 le otorgan la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y en 2002 obtuvo la Medalla de Honor de la Real Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría de Sevilla. Las menciones, homenajes y reconocimientos han sido constantes a lo largo de su carrera. En la actualidad, podemos admirar y conocer su obra en las colecciones del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid), en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid), en el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Cantabria (Santander) y, fuera de nuestras fronteras, en el Museo de Arte Moderno de San Francisco, en los Museos y Galerías Pontificias (Roma) y en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, entre otras grandes instituciones.